1/05/2025

Volar

 



Observo a los pájaros volar, y al humo desprenderse de las chimeneas, y me pregunto cómo saben qué dirección tomar en la vastedad del cielo. Aquí, abajo, en tierra, existen caminos y señales que te van indicando por dónde ir; pero allí arriba no.


Si fuera pájaro o humo, ¿cómo me sentiría?, ¿cómo me pondría en movimiento?, ¿cómo decidiría hacia dónde dirigirme? Es obvio que hay algo que induce a las aves, y al humo, a desplazarse en un sentido o en otro, a elevarse o descender; y este algo es el aire: invisible, intangible y, a la vez, determinante. Pero si observas bien, sí que hay diferencia entre el movimiento del humo y las aves, a veces. El humo, una vez se escapa por la chimenea, se deja llevar por el aire sin más. Parece liberado. También se deja acariciar y envolver por el aire, entrando en una suave danza con él hasta desaparecer. Humo y aire se enlazan, se emparejan y comienzan así su relación, haciéndose uno en la infinitud. Es el humo el que se deja llevar por el aire; es la esencia la que, una vez liberada de la materia tras la combustión, asciende y vuela al son de lo intangible: el aire. Y este mismo gesto se puede observar también, a veces, en los pájaros.


Es una delicia ver disfrutar a las aves cuando se dejan llevar por el aire. Solo tienen que desplegar sus alas y dejarse hacer; así de fácil es. Esta imagen puede ser la misma que la relación entre mi alma y mi espíritu. Mi alma, cuando despliega las alas, anhela dejarse sentir por mi espíritu en un vaivén etéreo, en una bella danza en donde ambos se hacen uno en lo intangible.


Sin embargo, esta misma ave, cuando se desplaza con un propósito por el aire, no vuela dejándose arrastrar, ni llevar, sino que, aprovechando el elemento por el que se mueve, lo utiliza a su favor para mejor llegar a su destino. Hay una determinada voluntad en el vuelo de esta ave, y no como la del ave, o el humo, que se deja llevar por mero placer.


La voluntad. Quizá sea esto. Lo volitivo, lo que tú de corazón quieres y, simplemente, dejarte llevar, a veces, y, otras, saber volar. 


Feliz Noche de Reyes hoy, feliz Epifanía mañana,


María Reino

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