9/09/2023

Dama joven de Calpe




    Hace tiempo, una tarde en Calpe, mientras observaba cómo el vaivén de sus doradas aguas erosionaba los restos de los Baños de la Reina, vi de repente a una mujer, de piel blanca, cabello azabache con flequillo, caminando sobre el mar hacia mí. Su silueta, distinguida y serena, se recortaba sobre el horizonte. Vestía una túnica blanca sin mácula puesta a la manera griega, con unos pliegues que se ajustaban elegantemente a su figura. Era una mujer tan bella que embriagada en su hermosura, me quedé contemplándola.

    Me contó que había muerto aquí, frente a la costa calpina, ahogada, mucho tiempo atrás. Provenía de tierras lejanas, y según relató, llegó a nuestras costas como víctima de una trata; había sido hecha esclava.

    Un día, unos hombres extraños, de aspecto bárbaro, la raptaron mientras paseaba tranquilamente por su aldea. Desde el momento en que la embarcaron en un navío foráneo y vio su tierra alejarse, deseó morir. No recordaba con exactitud cómo se ahogó, solo sabía que quería escapar de su destino. No sabía nadar, y antes de que el navío tocara nuevas tierras, las que Calpe ve, se arrojó por la borda.
    
    Este hecho, claro está, causó gran conmoción a bordo, un shock al ver a una joven tan hermosa saltar al abismo. Su piel, tan blanca, había hecho suponer que terminaría en la casa de algún rico dueño, viviendo como una reina, aunque en realidad su destino era el de esclava, entregándose a los deseos de su amo. En ese destino desconocido, se adornaría con las mejores telas y las joyas más bellas del lugar. Pero ella se negaba a vivir de esa forma, por lo que decidió dar el paso hacia la muerte.
    
    Antes de tomar su decisión final, oyó una voz que la llamaba:

––Ven, salta, mi niña. Tú vendrás a mí y servirás a un propósito mayor, eterno, conmigo en la mar. 

    La joven helena no dudó. Había sido despojada de su hogar y solo el miedo la esperaba en ese mundo extraño y ajeno.

––Salta a estas aguas azul esmeralda. Teñiré tu cabello de azabache y serás reina de las olas ––la animó la muerte.

    Con determinación, se zambulló en la mar y se transformó en algo que ni ella misma hubiera soñado, algo que ni en sus sueños más hermosos hubiera imaginado. Se convirtió en un ser elemental, uno de esos guardianes que protegen las aguas. Su ser, que había sido humano, se fundió con el agua, y su expresión, serena y algo fría, reflejaba su profundo poder de observación.

    Cuida celosamente esta costa, y por las noches, vela por los marineros que se adentran en el mar. Mantiene la belleza de este litoral. Aunque rara vez sonríe, es pura dulzura con los habitantes y seres que pueblan estas aguas y las rocas que perfilan la costa calpina. 

    Es algo introvertida, y no le gusta que se le acerquen demasiado. En su alma quedó grabado el miedo a ser secuestrada nuevamente, aunque esto ya no sería posible. Ella es parte de este lugar, como Calpe lo es de ella. Lleva más de dos mil años en esta orilla, ha visto el paso del tiempo y todo lo que ha ocurrido, y quizás otro día nos cuente la historia de los seres humanos, esos que habitamos este planeta, desde su perspectiva, como una dama joven que, con un gran amor, nos contempla desde las aguas.
   
    Ella encontró su lugar, y aquí permanece desde entonces, feliz, en paz con su destino.

María Reino




Fotografías:
1. Baños de la Reina, yacimiento arqueológico, en Calpe (Alicante, España). 
2. Costa de Calpe (Alicante, España).




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