12/31/2024

El hada del lago




En un bosque, cuyo lecho se siente mullido al pisar por su abundancia en agua, existe un lago con una mágica peculiaridad. En esta floresta, verde por sus ricos musgos, los árboles visten sus troncos con una húmeda corteza. Pero no hay charcas ni suelos fangosos, y al caminar uno no se embarra, pues la gran cantidad de agua que hay es absorbida por cada habitante de este bosque; que nunca ha conocido la sequedad.

Lo especial del lago no reside solo en sus aguas sino también en un ser que vive en su orilla, en una gruta que no es ni muy grande ni muy pequeña y que, además, está en proporción con las dimensiones del lago. Durante las horas solares ella permanece en el interior de su guarida y, si en algún momento decides visitar aquel bosque, no la verás durante el día. En cambio, cuando la noche cae sobre el lago y la oscuridad empapa todo su alrededor, ella sale de su gruta, aportando una luz especial a la noche de este bosque y a este lago de aguas no profundas y quietas. Ella, el hada, con su luz, y aquí está la magia, ilumina tus ilusiones y sueños sobre la superficie del lago.

Y es que ella, el hada del lago, en las noches de luna llena, se evanesce en miles de motas para posarse, como el delicado baile de los copos de nieve cuando descienden del cielo, sobre hojas, rocas, lecho del bosque, e incluso vuela, danzando, hasta donde habitan los humanos, para dejarse caer suavemente sobre los tejados de sus casas, calles y, especialmente, sobre las miradas de las personas que sueñan despiertas contemplando la luna en todo su esplendor. Ella, el hada, a través de estas motas casi imperceptibles al ojo humano, recoge los deseos más profundos de todos aquellos que se atreven a soñar durante esta noche. De vuelta en su hogar, la gruta en la orilla del lago en el bosque, y en las noches de luna nueva, cuando una absoluta oscuridad nos inunda a todos, el hada sale, resplandeciendo como un ser de blanca luz con brillos místicos de plata, alumbrando, para aquel que viaja a este bosque, sobre las aguas de este lago los deseos que recogió de tu mirada al contemplar la luna llena.

Este mágico lugar no está muy lejos, o quizá sí, todo depende de tu imaginación y tus ganas de volar. Pero si te atreves a emprender el vuelo y visitar este bosque, en las noches de luna nueva, puedes acercarte a este lago y pedir a su guardiana, el hada, que te muestre cómo puedes hacer realidad aquel deseo, aquel sueño, que pediste a la luna llena. Ella, dulce, te mostrará sobre sus aguas las imágenes que te llevarán a cumplir tus sueños.

María Reino

    
    Hoy es el último día del año, cuando celebramos la Noche Vieja, y, además, tenemos luna nueva en Capricornio. Las lunas nuevas nos indican nuevos comienzos y la energía de Capricornio, al ser un signo de tierra, nos invita a que lo llevemos a cabo con un orden, una estructura. Es decir, a partir de mañana, cuando nos levantemos y nazcamos a un nuevo año, el 2025, ¿cómo queremos que sea nuestro caminar? y ¿hacia dónde queremos que se dirija nuestro nuevo camino? La luna nueva, como una madre, nos alumbra; todos nacemos de la oscuridad de un útero, de una luna oscura. Y en una noche como la de hoy, todos tenemos la oportunidad de volver a nacer, solo es cuestión de proponérselo. 

    La historia de esta entrada está basada en la imagen de la fotografía. Me gusta inspirarme en imágenes para escribir relatos y cuentos. Espero que te guste y te inspire. ¡Te deseo un feliz 2025!

Texto: María Reino
Fotografía: Ángel Ocaña







12/04/2024

La Suma Sacerdotisa

 


La noche había caído y un repentino sopor nubló mi pensamiento. Estaba oscuro y en silencio. Había luna nueva. 

Comencé a avanzar entre la espesura, temiendo adentrarme en un mundo  incierto y fuera de control para la mente. No sabría decir cuánto tiempo estuve así, pero al cabo de un rato, largo o corto, vislumbré una luz al final del sendero. Caminé hacia ella. Era de una vieja cabaña de madera oscura con una chimenea humeante rodeada de cedros y abetos. Fuera, en el porche, una calavera iluminada hacía de farolillo. Alguien debía de habitar aquella morada. Sin dudarlo llamé a la puerta, necesitaba pasar la noche en algún lugar, al calor de un hogar; fuera hacía frío, estaba oscuro y, además, tenía hambre y sed. Una voz femenina, y muy familiar, desde el interior de la cabaña, me dijo:

—Pasa, niña, empuja la puerta. Te estaba esperando.

Entré y vi a una anciana de espaldas. Yo no era ya niña, pero al pasar, y ante su presencia, por alguna extraña razón, así me sentí. Ella estaba ante el fuego de la chimenea, murmurando algo ininteligible ante un caldero de hierro fundido cuyo líquido interior borboteaba. Cuando se giró y me miró no hicieron falta las palabras. Supe de inmediato por qué había llegado hasta aquí. Me acerqué al caldero y con esa sonrisa de quien lo sabe todo de ti me dijo:

—No temas, asómate y dime qué ves en el interior.

Recuerdo la sensación de mi mirada, no era como la que tengo en mi conciencia ordinaria, sino otra: vaga, más relajada, abierta y desenfocada. Miré y una serie de imágenes en la superficie se dibujaron: mi cabeza flotaba en aquel caldo. No sé por qué no me asusté, pero me quedé un buen rato observando mi cabeza cociéndose en aquel líquido, sin tratar de comprender nada. Y así pasó el tiempo. No sé cuánto, si mucho o poco.

Sonó el despertador. 

Abrí los ojos y, en la semioscuridad de la habitación clareada por las tempranas luces del nuevo día, fui despertando. 



María Reino




La carta de la Suma Sacerdotisa es el Arcano Mayor número 2 (de los 22 que son), y la imagen de la cabecera corresponde al Tarot de Rider-Waite. Las imágenes de más abajo de este mismo arcano pertenecen a otras barajas, otras versiones del Tarot: el de Marsella y el egipcio.








Destinos soñados

  En aquella tierra ancestral de exóticas especias y espiritualidad, el aire cargado de su historia milenaria se amalgamaba con el humo de ...